viernes, 6 de octubre de 2017

El pórtico de los Mattei


¿Han tenido alguna vez la sensación de llegar a un sitio desconocido y descubrir que te esperaban? Vean esta narración que he encontrado.

I

Diario, Roma, día 12 de febrero de 2005:


Fue a través de un amigo español como conocí a José Manuel Pérez-Cortijosa y López. Era una de estas personas que parecen haber nacido para estar siempre sentadas sobre una mesa de papeles. El exceso de grasa le rebosaba sobre el cinturón y le apretaba la ropa por diversos sitios. No lo llevaba mal, sin embargo: se había resignado desde joven a su incapacidad para los deportes. Solo había jugado una vez al fútbol como portero y lo dejó porque nadie lo llamaba por su nombre, todos le decían Cortijosa: "¡pero Cortijosa, muévete!", "¡a la mierda con Cortijosa!". Pero él, con los años, se había avenido a simpatizar con su propia apariencia (incluso con lo de Cortijosa) y resultaba un español culto y simpático.

Nos citamos la primera vez en la cafetería de la primera planta de la Feltrinelli de Largo Argentina. Resulta que era bibliotecario y en los ratos que dedicaba a la investigación había encontrado, entre viejos papeles, la referencia a un cierto "pórtico" de la Roma renacentista, relacionado con la familia Mattei, en el que, al parecer, los escritores del momento se reunían.


II



A Massimo me lo había recomendado el prestigioso profesor Enrico Brinco. Así que por qué iba yo a sentirme nervioso ni mostrarme tímido. Seguro que me reconocería rápido. Voy a desplegar sobre la mesa parte de mis materiales porque así comprenderá que soy yo quien busco su consejo.

El sudor me delata en la camisa y hasta puede que arruine el Old Space que creía yo que venía mejor en una cita como esta. Me he puesto a escribir cosas sin sentido. 

Cuando llegó Massimo Benigno me levanté dudando en la presentación, pero él rápidamente se sentó y me preguntó qué quería yo saber.

Verá, esta investigación --comencé yo-- es muy importante para mí. Llevo años rastreando la vida de este escritor español.

-- Pues ya es un mérito. A mí me resulta totalmente desconocido, ¿qué escribió?

--- Bueno, ciertamente, lo que escribió no se conoció en su tiempo, así que en este en realidad tampoco. Pero verá, dar con uno de los lugares en los que recitaba a sus amigos es ya para mí una cuestión personal, algo que tiene que ver tanto con el bien de mis sentimientos como con el mal de mi bolsillo.

Benigno permaneció en silencio esperando no tener que conocer mis sentimientos, creo.

-- La verdad --continué-- es que yo ya tengo una hipótesis sobre dónde estuvo el llamado "pórtico de los Mattei".

Siguió en silencio.

-- Vd. sabe que la familia acumuló varios palacios, justo aquí cerca, al otro lado del Largo Argentina, a la izquierda de la Via de la Arenula. En los tiempos de mi personaje, solo existía el más pequeño de ellos. Anoche, después de llegar, estuve paseando por la zona. Es curioso cómo ha cambiado: hoy día es un enredo de calles estrechas, pero en aquel entonces el palacio daba, según creo, a un amplio espacio abierto, así que pienso que allí, bajo algún techado que protegiera de este calor horrendo, podrían reunirse escritores o anticuarios y gente parecida, ¿no cree?





No dijo que sí ni que no. Abrió las manos hacia arriba como si mi hipótesis fuese un globo que se marchaba sin remedio. -- "¿Tiene otros indicios? --dijo a la vez--. ¿Por qué piensa que sea ese sitio y no otro?"


-- Más que pensarlo es que creo que lo siento. Ya sé que me puedo equivocar, pero he dado tantas vueltas por esta ciudad y he alcanzado tantas presas con mi investigación, que no, que me cuesta pensar que me engañe la intuición.

Massimo Benigno hizo un feo con la cara ante la palabra "presa". Pero luego se encogió de hombros. No podía, al menos entonces, darme otras fuentes de información fiables. Se tomó su café con rapidez y me invitó a acompañarle hacia su casa. Cuando ya nos despedimos, aproveché la cercanía del Palatino para subir a ver los jardines. Los Farnese tuvieron allí uno de sus palacios con vistas a las prestigiosas ruinas del Foro. Hoy se ven también en la zona los cimientos enormes de los palacios imperiales y pueden visitarse algunas de las estancias, subterráneas, de la "Domus Augustana". En un lugar se conserva la base de una fuente enorme que hubo en el palacio, de forma pentagonal. Saqué fotos de las canalizaciones que se conservan. Pero me llamó más la atención, sin embargo, una construcción aislada. Era evidente que no iba con nada de su entorno y estaba en un "estrato" cultural distinto. Mientras la miraba me parecía desafiante. Le hice una foto.





III
Madrid, 23 de mayo de 2017.

Querido profesor Benigno:

Le escribo después de leer su último trabajo sobre la Villa Celimontana de los Mattei. Ahora comprendo que el pórtico o lugar protegido donde se veían los literatos tiene que referirse a aquella magnífica Villa y, quizás en particular, a su teatro. Qué cosa más lógica que donde se podían ver representaciones se pudiese también hacer lecturas públicas.

Supongo que Vd. no me indicó nada sobre esto en nuestra entrevista porque su conocimiento de la Celimontana estaba en marcha. Desde luego la investigación es algo imprevisible, como la vida.

En fin, como viajo de nuevo para allá me gustaría concertar una nueva entrevista. Si fuese tan amable, me gustaría visitar lo que queda de la Celimontana en la actualidad.



IV

Roma, 30 de junio de 2017

Querido profesor don José Manuel:

Será un placer recibirle y mostrarle la Villa, aunque no crea que el paso del tiempo ha respetado el cúmulo de maravillas que llegó a albergar y hágase a la idea de que las reformas de la familia británica de los Mills le dieron un cambio total a todo el complejo.

De todas formas, debería considerar que la Villa comenzó a destacar en una fecha muy tardía para la vida del personaje del que Vd. me habló. Para cuando ese personaje vivió aquí, lo del Celio estaba en plena construcción.

De todas formas, venga Vd. a verlo.

V


Siempre que voy con prisas a los sitios me pasa igual: acabo sudando la gota gorda, me pongo de un mal carácter tremendo y además me siento culpable por haber hecho esperar a alguien, en este caso a Massimo Benigno.


Bajaba corriendo las escaleras del hotel pero en conserjería me hicieron un gesto. Tenía una nota del profesor. 

Me senté en uno de los sillones de la entrada mientras sentía cómo el sudor empapaba la leve chaqueta veraniega y la camisa que anudaba la corbata.

"Querido profesor don José Manuel:

He tenido que marcharme de improviso para Milán, pero ayer estuve pensando en su cuestión. Mientras se estaba construyendo en el Celio, la familia Mattei compró a los Stati otra Villa que tenían en el Capitolio, junto a la Farnesia. Fíjese que aquel sí que fue un lugar conocido en los años de su personaje. Y otra cosa, la construcción tuvo una loggia tan famosa  (un espacio cubierto y en alto, pero abierto) que se encargó su decoración a Tommasso Peruzzi. Como las alturas del monte eran frescas en verano y habían sido utilizadas por el grupo de Leto, allí se reunieron muchos escritores y artistas. Estoy convencido de que ese es el "pórtico" de los Mattei en el que estuvo su personaje. Le envío una foto de una de las escasas construcciones de los Stati-Mattei que quedan en pie sobre las ruinas de los palacios imperiales. Espero que le sirva."




Vi la foto y doblé el papel de la carta. Desde luego, la investigación es algo tan imprevisible, pero predeterminado como la vida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qun magnífico relato. Tiene uno la sensación de que oculta una clave personal y la sugerencia de ese enigma lo enriquece y lo hace muy atractivo.

Anónimo dijo...

Profesor, veo en esto el esquema de una buena novela corta ¿no lo ha pensado?

Anónimo dijo...

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