Querido Lucilio:
Roma es como una antigua casa solariega. En estas casas se conservan las maderas a través de las generaciones: es lo que las hace parecer desvencijadas; pero a la vez eso las hace únicas.
Un año llegamos a Roma justamente al atardecer. Al poco tiempo corríamos por la Via dei Banchi Vecchi hasta llegar al río.
Ya estaban entonces saltando I Fuoci del Castello. Los mismos aplausos, los mismos bostezos de admiración, después de tantos siglos.
Cuando nos fuimos, unas canoas pasaban a toda velocidad sobre el río, compitiendo contra la corriente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario