Querido Lucilio:
Visité recientemente las Bodegas de Mora,
las que tiene Osborne en la Calle Los Moros. Esa calle es el
camino al río desde la Plaza de Toros y yo lo siento como un espacio de
transición, aunque sólo sea por la gente que baja con prisa, entre las
oscuridades de la primera mañana, hacia los barcos que cruzan la bahía. No sé
por qué algunos sitios me generan un gran desconsuelo, una soledad, un presagio
indefinible.
Y quizás daba vueltas a todas estas ideas al entrar la otra tarde en la Bodega, porque pasar al interior fue como caer de golpe en otro mundo.
Era el albor aquel, el lento pasar de los sabores, el olor de las uvas que a través del tiempo te acarician.
Relacioné lo que me sucedió en la Bodega con el cuadro que Inés Tejada Verano nos ha regalado. Me sentí igual que en la bodaga cuando la pintora lo puso en mis manos y lo vi por primera vez. Después de tantos años he aprendido la soledad que en toda vida hay y cómo cada espíritu consigue bregar con ella. A mí la mirada de los niños me hablaba de eso. Fue la misma rara emoción de la bodega: que las cosas te acarician y te acompañan en el camino mientras, abrigado y somnoliento, como un mecano, andas hacia el barco que no espera.
3 comentarios:
Precioso cuadro. Enhorabuena. Lo dice un enamorado de los Puertos y la Isla. A, D,
Me dice mi maestro que le dé las gracias. Lucilio.
Bello cuadro!. Cuando viajo de mi pais a España, solo cuando piso tierras de El.Puertp de Santa Maria, suelo decir: Ahora SI llegué a España.
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